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Toronto
Orlando Mora
Lleguè por vez primera al Festival de Cine de Toronto en el
año de 1997 bajo el fervoroso estimulo de dos amigos a quienes la vida apuñalò
prematuramente: Paul Bardwell, el director del Centro Colombo Americano y
Ramiro Puerta, un colombiano que ejercía con tino y conocimiento la curaduría del
cine iberoamericano en el festival.
Todo lo que escuchè de Bardwell y Puerta tuvo plena confirmación
y por eso a partir de entonces nunca faltè a la cita canadiense de septiembre hasta hace un par de
años, cuando compromisos profesionales me impidieron cumplir con ese punto
obligado de la agenda festivalera.
Vuelvo a Toronto luego dos años y esa pausa me sirve para ver
de mejor manera lo mucho que cambian las cosas en tan poco tiempo, reflejo
natural del ritmo vertiginoso en que se transforma el negocio del cine. El
director y los programadores de Toronto ajustan su perspectiva y el certamen
aspira a conservar su privilegiado lugar de segundo festival de cine del mundo,
detrás del indestronable Cannes, incorporando y respetando las tendencias
dominantes del dìa.
La inauguración con el vaquero Los siete magníficos de Antonio Fuqua, un remake de la exitosa película
de 1960, marca una de las líneas dominantes del Toronto actual: la importancia
que se otorga a las películas norteamericanas, trayendo al festival los grandes
estrenos del otoño de ese país, interesados en mantener la tradición de que acà
se estrenan en Amèrica del Norte algunas las películas que estarán en la
carrera por el Oscar del año siguiente.
Sin un soporte fuerte de la industria no es posible mantener hoy por
hoy un gran festival y la industria que domina en el mundo es la norteamericana.
Mientras Cannes apunta al cine de autor y destroza los proyectos comerciales de
U.S.A que se atreven a pasar por La Croissette, Toronto los protege y los
coloca cerca a un público que los celebra y a aplaude.
Con la locomotora de la industria norteamericana por delante,
queda espacio para que el cine de corte artístico también pueda verse por la
crìtica y los programadores que concurren a Toronto masivamente. De ellas
podremos hablar màs adelante, en la medida en que vayan transcurriendo los días
de un otoño con temperaturas
inusualmente altas.
Orlando, felicitaciones por la incursión en estos medios, sabemos que la pasión que has mantenido a puño y letra nos acompaña ahora en los teclados, Toronto logró recuperarte, así lo haremos nosotros, siguiendo tu mirada del cine.
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