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Mostrando las entradas de septiembre, 2018
S omos calentura: Las desventuras del cine colombiano Orlando Mora Uno quisiera dedicarse simplemente a   escribir sobre los méritos que encuentra en una obra brillante como la que ha realizado Jorge Navas en Somos calentura ,   pero esta vez ese deseo debe ceder ante el absurdo de lo que ha ocurrido con ella en su estreno comercial, masacrada literalmente por los engranajes implacables de una exhibición que funciona bajo otros intereses. Ilustremos con lo sucedido localmente, que supongo haya sido   igual en el resto del país. Se lanza el filme de Navas en   seis de las ciento veintisiete salas del Valle de Aburrá y Oriente   que anuncian en El Colombiano su programación diaria y en varias de ellas en horarios compartidos con otras películas. Apenas como referencia citemos que La monja dispone de cincuenta y cinco salas y en horarios exclusivos. Una semana más tarde, el jueves 20 de septiembre, Somos calentura ha desaparecido de cinco de esas seis salas y queda a
Felipe Cazals en Medellín Orlando Mora Se está celebrando en Medellín desde el pasado día 6 de septiembre la 12ª Fiesta del Libro y la Cultura y en ella México figura como país invitado. Es poco lo que se anuncia en relación con el cine de ese país, salvo el nombre de un cineasta cuya sola presencia en la ciudad sirve para redimir carencias y omisiones. Felipe Cazals sostendrá el miércoles 12 a las 5 p.m un diálogo con el cineasta Víctor Gaviria, en lo que me parece sea su primera intervención personal en la ciudad y no sé si en Colombia. El autor de títulos emblemáticos de la cinematografía nacional mexicana como Cano a y El apando no es muy dado a este tipo de actos y en esa medida escuchar sus palabras se convierte en cita imprescindible para la cinefilia local. La filmografía de Cazals se inicia en el año de 1968, en un momento en que México vivía la expectativa y tal vez la euforia de una renovación del cine nacional. Pocos años antes títulos como En este
En el intenso ahora: Las voces del pasado Orlando Mora Todo empezó por unas imágenes de origen conocido. Joao Moreira Salles encontró una película amateur con el registro del viaje a China realizado por su madre en el año de 1966, una mujer que por condición social e ideas nada tenía que ver con la revolución cultural maoísta que por esos años conocía el coloso asiático. No obstante esa circunstancia, la grabación reflejaba un grado de entusiasmo que sorprendió al cineasta y   lo empujó a pensar en lo que había ocurrido en el mundo en esos años. La década del sesenta fue el último momento de las utopías del siglo veinte. Tal vez resulta imposible para quien no haya vivido ese período imaginar o medir la pasión con que se tomaron en ese entonces los sueños de cambio. Usando por motivos de generación la primera persona, digamos que íbamos a transformar el mundo, lo creíamos con fe ciega y además sabíamos hacia donde lo queríamos cambiar: anticipábamos un mundo igualitario