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Mostrando las entradas de mayo, 2018
El insulto: Los condenados de la tierra Orlando Mora Que una película libanesa-francesa aparezca en medio de una cartelera comercial colmada de cine tóxico es una rareza digna de festejar. En efecto, hace algo más de una semana se estrenó en el país   El insulto del director Ziad Doueiri, una curiosidad atribuible seguramente al buen eco que alcanzó en la Muestra de Cine de Venecia del 2017, en la que   Kamel El Basha obtuvo la Colpa Volpi como mejor actor. El título del filme revela el asunto que pone en marcha   la historia. La disputa en principio menor entre un libanés cristiano y un palestino termina en un insulto del segundo al primero, lo que desencadena una espiral   de roces y agresiones, que poco a poco se escala y adquiere una inesperada notoriedad social y política, gracias a odios y rencores recíprocos de las dos   comunidades. Hay guiones que parten de los personajes y otros que lo hacen desde las situaciones. El de El insulto pertenece claramente al
Después de la tormenta: La ausencia del hijo Orlando Mora Hace apenas unas horas se anunció en el Festival de Cine de Cannes que la codiciada Palma de Oro de 2018 se otorgaba a Kore-Eda Hirokazu por su película Un asunto de familia . Por un extraña y feliz coincidencia el pasado jueves se estrenó en el país Después de la tormenta , una obra que el japonés realizó en el 2016 y que seguramente llegó al país gracias a la vitrina que le proporcionó su presentación en la sección Un Certain Regard de Cannes, un festival del que ha sido un habitual. Kore-eda es un autor en el sentido cabal de la palabra. Escribe sus   guiones, bien a partir de historias originales o adaptadas; explora siempre unos mismos temas, teniendo como pivote la idea de la familia, y es dueño de una escritura cinematográfica depurada que se conserva, más allá de las particularidades de las distintas obras. El director ha dicho en varias entrevistas que su deseo inicial era ser novelista, algo que expli
Reencuentro: Las guerras del tiempo Orlando Mora Richard Linklater es una de las personalidades más curiosas y atractivas del actual cine norteamericano. En el año de 1985 y siendo muy joven todavía, dio inicio a una filmografía que hoy anda por los veinticinco títulos y que se caracteriza por su espíritu   absolutamente personal e independiente, con experiencias que incluyen trabajos de animación. Eso explica la expectativa con que se esperan sus nuevos filmes y la actitud de admiración   y respeto con que se les juzga por parte de la crítica especializada, más inclinada a destacar sus virtudes   y a olvidar un tanto las limitaciones, seducida por las notables diferencias que presentan frente a una producción comercial norteamericana que raya por momentos en el simple cretinismo. Se estrena ahora en la ciudad   Reencuentro , una película que mantiene muchos de los rasgos de su cine en cuanto a intereses y preocupaciones y también en la mecánica de su realización, a
La bella y los perros: un descenso al infierno Orlando Mora En la página con la programación de cine de este domingo seis de mayo en el periódico El Colombiano,   un conteo rápido ofrecía una cifra reveladora: de las   noventa y dos salas anunciadas,   sesenta y seis de ellas proyectaban Los vengadores: la guerra del infinito , la película norteamericana que ahora arrasa con la taquilla en todo el mundo. Las conclusiones que se infieren del dato anterior son varias, pero nos desviarían del tema a tratar. Adelantemos simplemente algunas: el evidente control y predominio de la industria cinematográfica de los Estados Unidos; las condiciones de inferioridad en que compite el cine de los demás países; la perversión del gusto en espectadores habituados a un solo tipo de narrativa, y el proceso de infantilización de un público que sigue con delirio esta clase de productos. En su favor destaquemos   que son esos tanques norteamericanos los que mantienen a flote el negocio