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Mostrando las entradas de 2016
A veces no sé en qué parte estoy del cine, entrevista con Carlos Cesar Arbeláez.  Orlando Mora P .-En el año 2006 fui jurado de la convocatoria del Fondo de Promoción Cinematográfica y allí estaban   dos proyectos tuyos que nos interesaron mucho: Los colores de la montaña y Eso que llaman amor. Qué pasó con ese segundo proyecto desde entonces? R.- Yo estaba muy desilusionado con el proyecto de Los colores de la montaña , que venía tratando de montar desde el año 2001 y   como se acababa de cancelar por segunda vez, me puse a escribir   Eso que llaman amor . Ese proyecto sale un poco de lo que me había dejado El decálogo de Kieslowski que había visto años   atrás y estaba maravillado con ese formato de que poder narrar una ciudad bajo la forma de episodios. Escribí cuatro episodios y así fue el origen de Eso que llaman amor . Después con el tiempo, con Carlos Henao y en otra pasantía de guion vi que   si las contaba de manera simultánea ganaban porque como que cada historia
  Sully Orlando Mora   Hace algunos días vi   o creo haber visto la película Sully de Clint Eastwood. Y lo digo de esta manera porque a pesar de haber estado en una sala ejecutiva de primera categoría y en un horario de cinco y treinta de la tarde, se nos presentó una copia doblada, una forma nefasta de exhibir el cine.    En Colombia a diferencia de otros países no había existido por fortuna la tradición de presentar las películas dobladas. No habíamos conocido acá la diferencia entre funciones con versiones originales subtituladas y versiones dobladas al español. Las cosas empezaron   a cambiar cuando la participación del público infantil en la taquilla fue en aumento, lo que sumado a la infantilización de los espectadores adultos viene impulsando la práctica aberrante del doblaje de los filmes. El cine de ficción que alimenta habitualmente la cartelera comercial narra historias y esas historias se cuentan con el insumo básico de los actores, ellos son la imagen
    Eso que llaman amor: De qué hablamos cuando hablamos de amor Orlando Mora   Tomo en préstamo el título del inolvidable libro de cuentos de Raymond Carver   para abrir estas líneas sobre el hermoso filme de Carlos César Arbeláez que acaba de estrenarse en el país. Luego de un tortuoso camino de dificultades, incomprensiones y desencuentros, al fin pudo llegar a la cartelera comercial en una época acaso más propicia para otro tipo de material más frívolo y olvidable. Luego del éxito de crítica y de público de Los colores de la montaña , su opera prima, Arbeláez cargaba con el peso de confirmar si era posible repetir los varios y felices hallazgos de esa película, de alguna manera un trabajo paradigmático en el cine colombiano en cuanto lograba combinar a partes iguales la calidad con la popularidad. Los caminos de evolución del cine moderno desde los tiempos de la Nueva Ola francesa han llevado a un distanciamiento cada vez mayor entre las obras con   vocación d
            Camino a Estambul: Cuando los hijos se van Orlando Mora   Con Little Senegal en el año 2000 e Indigénes en el 2006 el director Rachid Bouchareb conquistó un lugar de gran visibilidad en el panorama actual del cine francés. En el 2009   London River conmovió con el intenso   drama de una mujer y un hombre de distintas nacionalidades que buscan a sus hijos, luego de las bombas que sembraron de muertos y heridos a Londres en el 2005. La mención de esos antecedentes resulta pertinente al momento de revisar Camino a Estambul , ahora por fortuna en la cartelera comercial del país. Las raíces argelinas de Bouchareb tal vez expliquen el gusto del realizador por explorar en las diferencias étnicas y en los problemas de identidad de sus personajes, sin duda el eje temático de sus preocupaciones. Algo de ese interés aparece en su nuevo filme, aunque puesto más como un punto de partida para la construcción de un guion lineal y sin contracorri
Esperando al rey: Los caminos al infierno Orlando Mora Una sensación de frío, casi de pavor se siente en presencia de Esperando al rey , la última película del alemán Tom Tykver. Y no por la   historia del filme, es por la historia del director. Lo que se impone de golpe ante una muestran tan flagrante de mediocridad es la constatación de la manera como la industria norteamericana caza y destruye talentos, en una reiteración de los riesgos que se toman cuando un realizador resuelve escuchar ciertos cantos de sirena. Con algo más de cincuenta años de edad, Tykver fue una de las voces más originales y potentes surgidas en el   cine alemán de la década del noventa. Había misterio y fascinación en los planos de sus primeras obras, con un título emblemático como Corre, Lola, corre (1998) en la cresta de la ola.   Vino a continuación lo que suele venir en esos casos: los contadores que   manejan hoy la producción norteamericana les gusta apostar a triunfadores y saben tent
Jericó: El infinito vuelo de los días Orlando Mora “Un país sin cine documental es como una familia sin álbum fotográfico”, dijo alguna vez el cineasta chileno Patricio Guzmán. La frase vuelve a la memoria a propósito de la opera prima de Catalina Mesa, una pieza con una serie de virtudes dignas de mención, la primera de las cuales tiene que ser la de contribuir a conservar una memoria de cosas que no deben olvidarse. El cine en general posee un valor etnográfico en cuanto su unidad básica, el plano, se construye con elementos tomados de la realidad. Cuando pasan los años y el mundo referencial de esos planos ya no existe, queda el rastro de unas imágenes que nos hablan desde un pasado que siempre será importante, en cuanto huella que recuerde el tránsito fugaz de seres que alguna vez fueron y ahora ya no están. Todo es tiempo, como enseña Borges y poco o nada se puede hacer contra su marcha destructiva, salvo quizás intentar salvar momentos a través del registro veraz
Café Society: andanzas y caprichos del azar Orlando Mora El estreno de una película de Woody Allen siempre será noticia y una buena noticia. Esa es la dimensión del director norteamericano y lo que representa en el paisaje desolado de una industria que naufraga en la producción más infantiloide y descerebrada de toda su historia. Tal vez nunca el cine comercial de ese país había sido más malo y más adversas las circunstancias de quienes se empeñan en sacar adelante obras de autor. Allen debió cambiar de aires en un momento en que su carrera tambaleaba ante la incomprensión de los productores norteamericanos. El apoyo de algunas empresas europeas le permitió proseguir su camino y ahora parece   trabajar sin las restricciones y exigencias que antes lo atormentaban. El ritmo de trabajo del director es regular y frenético. Escribe el guion en una estación del año, en otra prepara el rodaje, en la tercera rueda y en la última adelanta la posproducción. Eso explica esa especi
Semana de Cine de Valladolid: apuestas contra el jurado Orlando Mora A medida que pasan las películas a concurso en un festival, uno tiende inconscientemente   a jugar apuestas contra el jurado.   Así    van surgiendo los títulos favoritos, los que con demasiada frecuencia quedan en nada, dada la variedad de las razones que respaldan las decisiones finales de los encargados de decidir, por lo general personas que como técnicos, directores o actores saben sus oficios pero se extravían a la hora de juzgar acerca de la calidad de las obras ajenas. En el día de ayer 26 de octubre   pasó en la Seminci un filme que normalmente tendría que ser declarada como ganadora de la Espiga de Oro, ya que difícilmente se concibe que logre aparecer una pieza que pueda superar en solidez a El cliente , el filme iraní de Asghar Farhadi, una obra que gira en otra órbita en relación con todo lo visto hasta la fecha. Seguramente   El cliente tendrá   distribución asegurada en Colombia,   al tratar