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Mostrando las entradas de julio, 2018
El pacto de Adriana: Las sombras del pasado Orlando Mora El Museo de Arte de Medellín (MAM), convertido en uno de los espacios más gratos de la ciudad para ver buen cine, está presentando   por estos días El pacto de Adriana . Se trata de un estreno inusual en varios sentidos: película chilena, opera prima y además documental, condiciones que hablan a las claras de los riesgos que sus programadores están tomando y que como espectadores   debemos aplaudir. En apariencia El pacto de Adriana pertenece a una línea muy visitada por el documentalismo actual de obras en primera persona y que se ocupan de temas familiares, lo que de entrada brinda la facilidad del conocimiento directo de los protagonistas y del acceso a materiales que pudieran estar vedados o silenciados a un tercero. Si bien la película de Lissette Orozco parte de allí, en el proceso de su elaboración las fronteras se fueron explayando y el resultado final   está más allá   de lo que probablemente fueron las
Los falsos tatuajes: Un amor de verano Orlando Mora Ignoro si la aparición en la cartelera comercial de una película pequeña como Los falsos tatuajes sea el resultado de la reciente semana de cine canadiense organizada por la embajada de ese país y la distribuidora nacional independiente Babilla. Salvo las obras de directores avalados por   festivales mayores,   antes David Cronenberg o Atom Egoyan y ahora Denis Villeneuve o Xavier Dollan, el cine de Canadá es un absoluto desconocido para el espectador colombiano. Los falsos tatuajes fue lanzada en Europa en un apartado menor de la Berlinale de este año y el director Pascal Plante estuvo con su opera prima como invitado especial en la semana del   cine canadiense antes mencionada. El buen sabor de boca que   deja la película nos hace lamentar no haber estado en los diálogos con el realizador y habernos enterado de los antecedentes de una obra con maneras evidentes de un cine de autor. En esa línea lo primero a decir
Un sol interior: Las búsquedas del amor Orlando Mora Que Un sol interior sea una película   francesa es mucho más que un dato. No se trata esta vez de la adscripción a una cinematografía nacional, sino   de destacar que la pertenencia a esa cultura forma parte de las   entrañas   de una obra que solo podía ser francesa. El gusto por las palabras, París, sus calles, sus restaurantes, la música, sus autoras, los actores. Desde hace tres décadas Claire Denis es una de las directoras más sugestivas del cine francés. Tal vez de su infancia vivida en Africa le viene una preferencia por personajes que están fuera de territorios en que se sientan seguros, no solo en un sentido físico sino también espiritual, lo que los coloca siempre en una posición de amenaza y vulnerabilidad. Los suyos no son seres   humanos   en crisis, son seres en busca de su propia integridad. En esa medida la Isabelle de Un sol interior es uno más de la galería de protagonistas fascinantes con que ha
Adiós entusiasmo : Los retos del cine joven Orlando Mora No sorprenden los antecedentes con que en materia de festivales se presenta esta película: estreno mundial en el Forum de la Berlinale en el 2017, premios en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires, Mejor película y Mejor Director en el de Cartagena del mismo año,   exaltaciones en certámenes que privilegian propuestas arriesgadas y de un pleno sabor autoral. Adiós entusiasmo revela de entrada las fuentes en las que ha bebido Vladimir Durán   y el ambiente profesional en que se ha formado. Lo primero porque cruzan por la obra influencias más o menos reconocibles de ciertos directores, y lo segundo en cuanto pienso que en ella están Buenos Aires y las líneas que distinguen el tipo de cine nuevo que más se valora por la crítica en esa ciudad. Adelantemos algo de lo que verá el espectador. Una madre y cuatro hijos habitan una casa de sala grande y largos corredores; a ella llegarán algunos v
U n nuevo comienzo: La vida está en otra parte Orlando Mora Pocos buenos augurios dejan los momentos iniciales de esta película dirigida por el británico Richard Loncraine. En el momento clave que desencadena la acción, una mujer de sesenta años y treinta y cinco de matrimonio descubre que su esposo lleva una relación de largo tiempo con su mejor amiga. La escena en cuestión está resuelta   con una falta de sutileza y una tosquedad que asustan. Por fortuna las cosas no van a peor y el director consigue realizar una pieza simpática, que sobreagua gracias a sus actores, uno de los recursos más tradicionales y poderosos del cine inglés. Imelda Stauton, Timothy Spall, Celie Imrie   y los secundarios están soberbios, dueños del talento suficiente para dar a sus personajes la consistencia que en el guion, el principal y definitivo lunar del filme,   no tienen. En la cartelera comercial reciente vienen apareciendo filmes que se ocupan del mundo de los mayores adultos. Segura