A veces no sé en
qué parte estoy del cine, entrevista con Carlos Cesar Arbeláez.
P.-En el año 2006 fui jurado de la convocatoria del Fondo de Promoción
Cinematográfica y allí estaban dos
proyectos tuyos que nos interesaron mucho: Los colores de la montaña y Eso que
llaman amor. Qué pasó con ese segundo proyecto desde entonces?
R.- Yo estaba muy desilusionado
con el proyecto de Los colores de la
montaña, que venía tratando de montar desde el año 2001 y como se acababa de cancelar por segunda vez,
me puse a escribir Eso que llaman amor. Ese proyecto sale un poco de lo que me había dejado
El decálogo de Kieslowski que había visto años
atrás y estaba maravillado con ese formato de que poder narrar una
ciudad bajo la forma de episodios. Escribí cuatro episodios y así fue el origen
de Eso que llaman amor. Después con
el tiempo, con Carlos Henao y en otra pasantía de guion vi que si las contaba de manera simultánea ganaban
porque como que cada historia resonaba en la otra y le daba ritmo. Pero originalmente eran historias
sucesivas, no paralelas como finalmente quedó.
P. Eran cuatro historias
inicialmente, qué historia sacaste y por qué razón?
R. Realmente eran cinco historias, una que llamaba La serenata que saqué al comienzo y la
hice como cortometraje en el 2006 y la otra era la historia de dos eléctricos,
unos viejo y otro joven que lo iba a reemplazar, ese día iba a tener su
primogénito y en un accidente se mataba
y al viejo le tocaba cargarlo y llevarlo hasta el hospital; era una historia
que tenía un tono distinto a las otras y además todas juntas daban una película
de más de dos horas, entonces tanto los agentes de ventas como los
distribuidores dijeron que iba a haber un problema con la exhibición. Yo empecé
a recortar todas las historias y me di cuenta que las estaba dañando y por eso
resolví sacar completa una de ellas.
P.- La sacaste luego de rodada,
ese material existe y crees que lo puedes utilizar?
R. Sí, el material quedó
rodado, el productor Juan Pablo Tamayo
me habló de hacer un corto o de pronto una edición de director en video con la
película completa.
P. A mucha gente le llama la atención el título. ¿Cómo lo encuentras y a
partir de qué elementos?
R. El tono general de la película lo tomé de un
poema de José Manuel Arango que llama Ciudad. La forma me la dio Kieslowski en cuanto mi deseo de
hacer una película de episodios, pero el tono está acá. En cuanto al título,
recuerdo que cuando estábamos editando la película, yo hice el último corte con
Felipe Aljure y él me llamó a decirme que el tema de la película no era el
amor, que todos los personajes terminaban solos. Me quedé un poco aburrido,
pero después recordé una frase de García Márquez de que cuando uno descubre el
amor, descubre la soledad.
P.- Cuando uno ve la película con las tres historias, el principal eje
referido al amor es el filial, de alguna manera el amor a los hijos recorre las
tres historias. La idea de que las historias transcurrieran en el día de la
madre estaba desde el comienzo o la encontraste más tarde.
R.-La encontré después, me di
cuenta que todas las historias giraban mucho a través de ese amor y me pareció
bueno destacar ese elemento, que le daba un buen ambiente a la película, pero
fue algo que decidí después.
P.- Las historias las rodaste de manera independiente y completas cada una
o cómo fue el plan de rodaje?
R.-Traté de rodar una después de
otra porque trabajaba con actores no profesionales, que acá se mezclan con
profesionales. Con los no profesionales es bueno rodar las películas en orden
cronológico porque poner a un actor no profesional a que hoy haga el final de
la película y mañana el principio es muy difícil, en orden cronológico es un
poco más fácil. Nos tomamos casi 6 semanas en el rodaje.
P.-Supongo que eso supuso una primera dificultad a la hora de montar las
historias y ponerlas simultáneas. ¿Cuántas
posibilidades narrativas exploraste con ese material antes de llegar a
la forma definitiva?
R. –Nos demoramos casi año y
medio. Yo hice una primera edición de más de dos horas, luego con una editora
hicimos otra de menos de dos horas , luego con Felipe Aljure hicimos un corte
final y on él decidimos sacar la cuarta historia. Me parece que haciéndolo, la
película ganó en ritmo, aunque para mí fue muy doloroso y para los actores
también al saber que no iban a estar en la película. Hicimos unas seis o siete
versiones de la película.
P.- El final con los personajes en medio de la soledad de la ciudad, en qué
momento lo encontraste?
R.- Lo encontramos en la edición,
en el guion la película no empezaba ni terminaba como finalmente quedó. Esta es
una película de personajes y ya con Los
colores de la montaña había descubierto que es bueno que el espectador
quedé con la pregunta de qué pasa con los personajes, se quede pensando en
ellos.
P.- Tu forma de rodar es en general con planos largos. Cómo lo logras si trabajas en buena
parte con actores no profesionales?
R.- Lo más chévere de la película
fue el trabajar con actores no profesionales y profesionales, yo creo que esa
escogencia depende de la historia. En Los colores los no profesionales
funcionaban muy bien porque era una película más naturalista pero esta es una
película de personajes, con historias que suceden en espacios cerrados y con planos hasta de
siete minutos y medio, que es la de Bernardo con Camila cuando él entrega la
torta, sacan el vino, ponen el bolero, etc. Esa escena duramos una semana preparándola y rodándola dos días.
Este tipo de escena es como un ballet: los actores se deben mover hacia un
lado, la cámara hacia otro, etc, pero
quedé muy contento de hacerlo y lo pude hacer porque eran actores
profesionales. Creo que ese tipo de
plano largo le da un aire de realismo y un cierto tono a la película.
P.- Hay escenas maravillosas como
cuando el selenita encuentra al hijo que no lo reconoce por el disfraz pero juega
con él , la de la pareja en la azotea
con las sábanas o todo el final cuando está amaneciendo y los personajes se
quedan sumidos en la soledad. Esos momentos estaban en el guion o te los
encontraste en la puesta en escena.
R.- No, estaban en el guion. Lo
que sabía desde el comienzo era que no quería tomas de la ciudad, esas tomas
neutras que se hacen para hacer pausa en la narración, quería evitar el paisaje urbano, quería que estuviera pero a
través del sentimiento de los personajes. Son personajes retratados con mucho
amor, con mucha ternura.
P.- Cómo fue el trabajo de la banda sonora?
R.- Yo le escribí a Gustavo
Santaolalla, aunque sabía que no tendríamos con que pagarlo. El me remitió a su
agente y le conté que quería utilizar el
bandoneón aunque no quería una música muy de tango, que fuera una música que
subrayara momentos de la película. Al final me llegaron tracks o finds de cerca
de 25 minutos de Martín Ferres, de los cuales no utilicé más de cinco, pero la música los espectadores la recuerdan
mucho.
P.- Tengo la impresión de que es una película sufrida. Hay obras que arrancan con suerte
pero Eso que llaman amor, a pesar de su calidad, ha sido poco afortunada.
R.- Yo tengo ahí una cosa
generacional por la que a veces me inquieto.
Mi generación no es la de los más jóvenes que están haciendo ahora
películas, pero tampoco soy de la de Víctor Gaviria. A veces me preguntó qué historias deberíamos estar
narrando, a nosotros no nos tocó ni FOCINE
y la ley de cine nos tocó un poco más tarde. Me pregunto por el tipo de cine
que deberíamos hacer, que es muy distinto al de los cineastas más jóvenes pero
también diferente al de la generación de
Víctor Gaviria y ellos. A veces no sé en qué parte estoy del cine. Si
estoy haciendo un cine narrativo que ya
no va con lo que hacen los más jóvenes, que no es de festivales pero tampoco de
público. Me siento un poco desubicado.
P.- Cómo estás tratando de resolver esas dudas desde el punto de vista del
futuro, qué sigue?
R.- Eso que llaman amor me ha hecho preguntarme muchas cosas. No sé
sinceramente cómo seguir, tengo dos guiones pero no sé qué tipo de cine hacer í
y lo otro es ver que estrenar películas en Colombia cada vez es más difícil, te
gastas mucho dinero estrenando una película, creo que al año entrante la
situación va a estallar. Tienes que trabajar mucho la prensa para hacer veinte
mil espectadores, buscar quien mueva las redes sociales, viajar a las ciudades
a promover la película, creo que la gente se va a reventar con eso.
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