Sully
Orlando Mora
Hace algunos días vi o
creo haber visto la película Sully de
Clint Eastwood. Y lo digo de esta manera porque a pesar de haber estado en una
sala ejecutiva de primera categoría y en un horario de cinco y treinta de la
tarde, se nos presentó una copia doblada, una forma nefasta de exhibir el cine.
En Colombia a diferencia de otros países no había existido
por fortuna la tradición de presentar las películas dobladas. No habíamos
conocido acá la diferencia entre funciones con versiones originales
subtituladas y versiones dobladas al español. Las cosas empezaron a cambiar cuando la participación del público
infantil en la taquilla fue en aumento, lo que sumado a la infantilización de los
espectadores adultos viene impulsando la práctica aberrante del doblaje de los
filmes.
El cine de ficción que alimenta habitualmente la cartelera
comercial narra historias y esas historias se cuentan con el insumo básico de
los actores, ellos son la imagen pública de las películas y por eso suelen constituir
el rubro más incidente en los costos de producción de las obras. Los actores,
no parece necesario decirlo, trabajan con su gestualidad, con su expresividad
corporal y también con su voz. Desaparecer este último elemento de sus recursos
creativos y sustituirlo por las voces neutras y sin matices del doblaje es una
amputación, un despojo que afecta la totalidad artística y significativa de los
filmes.
Por desgracia el mal de las copias dobladas luce casi imposible de detener y será un paso más en la
degradación de las condiciones en que hoy se ven las películas. Dirigida a un
espectador atento solo a los temas y que le da igual verla en un televisor, en
una tableta o en un teléfono, la obra cinematográfica se vuelve un producto tan
consumible y fungible como las palomitas de maíz que inundan hoy las salas. Los
peores temores de quienes vieron los peligros de la exhibición de las películas en la
televisión siguen cumpliéndose.
Si algo quedó de Sully luego
de padecer a Tom Hanks , Aaron Eckhhart y
otros buenos actores con sus voces dobladas, faltos de entonación y modulación, sospecho
que se trata de una obra menor en la notable filmografía del admirado Clint
Eastwood, muy distante de cimas como Los
puentes de Madison, Los imperdonables o Mystic River. Aplicado con rigor a la reconstrucción de lo
acontecido en enero del 2009, cuando el piloto que interpreta Hanks logró
acuatizar casi milagrosamente en el río Hudson, salvando la vida de los 155
pasajeros, la obra se agota un poco en la dramatización del acontecimiento y de
la contradictoria posición en que se colocó a su protagonista. Quedan sí los atisbos
de la ideología del director, partidario a ultranza de la primacía del
individuo sobre las imposiciones y amenazas de las instituciones.
Hola Orlando. Como no he vuelto a los cines de centros comerciales, quede sorprendido con esta funesta noticia. Hace unos años, pegué el grito en el Kine, cuando un profesor de cine de una U. Colombiana me decía que los alumnos estaban por exigirle, que las clases se las dieran con películas Dobladas, no importando los comentarios que tan acertadamente aduces. En fin, para nosotros está quedando un cine de cartón y con profundidad tan amplia como el Corcho. un abrazo.
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