Oscuro animal: las
voces del silencio
Orlando Mora
Luego de sus inicios como documentalista, Felipe Guerrero ha
dado el salto a la ficción con Oscuro
animal, una película en la que no resulta difícil percibir los rastros que
en el director ha dejado su primera experiencia creativa, por lo menos en
cuanto a la preocupación intensa por la realidad y el modo de abordarla a
partir de un concepto claro de desdramatización.
Mucho de Corta, su
brillante segundo documental, queda en la mirada esencialmente contemplativa
que Guerrero ensaya en su nueva obra.
Los hechos de la breve y escueta narración de Oscuro animal se organizan sin una voluntad de progresión climática,
puestos uno al lado del otro sin una conexión dramática interna, asociados
simplemente por la situación básica que hermana el destino de las tres protagonistas.
Las mujeres de esta ópera prima son víctimas de lo que el
título del filme anuncia: el oscuro animal de la violencia que durante décadas
ha destruido la vida de los colombianos. Anulada cualquier intención de
auscultar en el origen o las causas de esa violencia, el director prefiere
concentrar su atención en los efectos de ella y concretamente en la suerte de
tres mujeres que huyen como forma única de sobrevivir frente a un presente
trágico.
Oscuro animal trabaja sobre una metáfora clara y es
hablar de la condición de las mujeres como víctimas pasivas de los conflictos
armados en Colombia. Eso explica el silencio obstinado, total en el que se
mantienen las protagonistas, que han perdido la fe en la palabra y renunciado a
cualquier intento de comunicación, librando a su sola presencia física la
expresión del terrible drama en el que están envueltas.
A pesar del crudo realismo en el que se inscriben el texto y
el contexto de la película, Felipe Guerrero apuesta por un tratamiento
deliberadamente simbólico, dejando que la impasibilidad gestual de sus actrices
reemplace el también posible retrato psicológico. La acción exterior
fragmentada y por pasajes oscura deja a la imaginación del espectador la
obligación de integrarla y completarla, en un ejercicio exigente que no todos
podrán abordar.
Nada en el final apunta a un mundo mejor en la vida de las
tres mujeres cuya trayectoria hemos seguido a trozos. Del agua transparente de
los planos iniciales, indicativos tal vez de un mundo en principio mejor, el
filme se cierra con ellas instaladas en un lúgubre inquilinato urbano, antesala
probablemente de un nuevo infierno.
Premiada como mejor película en los festivales de Guadalajara
y Lima, Oscuro animal confirma la
voluntad de Guerrero de persistir en la línea de un cine radical de autor, desentendido
de las exigencias de la taquilla que a otros tanto obsesiona.
Aquí el Tráiler
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