Ir al contenido principal

 



Blue Jeans: Volver a los orígenes

Orlando Mora

Hace apenas cinco años que la Muestra de Cine de Venecia, uno de los tres festivales mayores del mundo, admitió en competencia y finalmente premió un filme producido por Netflix y que estaba destinado a ser presentado en su plataforma de streaming. El León de Oro a Roma, el filme  del mexicano Alfonso Cuarón, marcó el principio de lo que muchos consideraron un paso más en lo que se ha venido calificando  como la muerte del cine, entendiendo por tal el cambio radical en la forma de exhibición, producción  y circulación de un material que antes eran películas destinadas a los teatros y ahora son memorias digitales con distintas opciones de visionado.

La lucha que en ese momento  se intentó librar por preservar la diferencia entre obras producidas para ser proyectadas inicialmente en salas de cine y otras en camino a las plataformas estaba fracasada desde el comienzo y me hizo pensar en otra también fallida que en los años cuarenta emprendieron los empresarios cinematográficos contra la naciente televisión. Digamos resignadamente que los hechos del futuro desbordan y sepultan los del pasado. 

Por edad debo confesar que mi generación se formó viendo las películas en salas y en pantallas grandes, por lo cual era natural la resistencia a que se empobrecieran las condiciones físicas de la exhibición. Sin embargo, hoy debo admitir que el balance de las pérdidas cada vez se debilita más en presencia de las enormes ventajas de lo que algunas de las plataformas nos están  ofreciendo.

Toda esta larga digresión para contar que hace pocos días se incorporó a la programación de MUBI un cortometraje francés que nunca había visto y del que apenas contaba con referencias bibliográficas. Se trata de Blue Jeans, un trabajo que el director Jacques Rozier filmó en el año de 1957 y que se constituye en el anticipo de lo que sería Adiós Filipina, su primer largometraje de 1962.  

Si bien la idea es hablar de Blue Jeans, antes conviene anotar  que Adiós Filipina es junto a Sin aliento de Jean-Luc Godard las películas que más esencial y raizalmente ejemplifican lo que traía al momento de su aparición la Nueva Ola francesa, el movimiento de renovación cinematográfica más importante desde los años cincuenta del siglo pasado hasta la fecha. Poco o nada novedoso se ha ensayado desde entonces que no sea de alguna manera deudor de lo que aportaron estos filmes y de los que realizaron  otros como Francois Truffaut, Alain Resnais, Claude Chabrol y un variado etcétera.

El entusiasmo que me despierta Blue Jeans en esta hermosa copia restaurada es que en ese corto estaba prefigurada Adiós Filipina y en esa medida en sus veintitrés minutos de duración aparece la síntesis anticipada de lo que sería la Nueva Ola francesa, con una riqueza y una clarividencia que no recuerdo haber visto en ningún otro corto de los grandes directores del movimiento. Quien desconozca o tenga escasas nociones sobre lo que fue la Nueva Ola francesa encontrará en este trabajo  una primera y excepcional aproximación.

Ya en la escena de arranque de Blue Jeans se percibe el clima de innovación y libertad que  el movimiento buscaba, con una cámara en exteriores que quiere registrar la realidad, el bullicio y la intrascendencia de lo que ocurre en la calle. La historia es breve, con dos muchachos que en sus motos gastan los días del verano intentando  seducir y enamorar jóvenes visitantes. Así están un día sí y el otro también, en procura de encuentros que justifiquen los francos que se gastan en el combustible.

El desarrollo argumental carece de parábola dramática, manteniendo uno de los hallazgos de la Nueva Ola y el cine moderno como lo es la captura de los tiempos muertos en los que nada sucede, una diferencia radical con la construcción clásica apegada a solo mostrar hechos de incidencia en la causalidad del relato. Los muchachos y sus dos amigas van y vienen, nada especial sucede, simplemente las horas fluyen y su cierre carece de cualquier sentido de final, simplemente con un  paseo más  por las calles de Cannes.

Hay frescura y alegría en Blue Jeans de Jacques Rozier, un corto con un sentimiento profundo de verdad. Una suerte  poder descubrir gracias a una plataforma como MUBI un título antológico, con alcances de auténtico manifiesto sobre la Nueva Ola francesa y a ritmo de Cha Cha Cha.

 

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

  Anora: El despertar de un sueño Orlando Mora Hace   algunos días se estrenó en la ciudad Anora , una película de la que mucho debía esperarse al haber sido la ganadora de la Palma de Oro en el festival de Cannes del 2024 y la verdad, no desilusiona; sus merecimientos son bastantes, suficientes para convertirla en uno de los mejores títulos de la cartelera local en este año. Sean Baker es hoy   una de las voces más personales   y sugestivas del actual cine norteamericano. Su filmografía se extiende a ocho filmes en total y su trabajo de 2017 Florida proyect le granjeó una cuota   de popularidad que bien merecía por sus obras anteriores; ninguna por lo menos de las que conozco desencanta y, bien por el contrario, dan cuenta de un director que tiene cosas para decir y ensaya caminos nada trillados. En esa medida, la primera observación a propósito de Anora es que se trata de un filme que guarda   evidentes conexiones con el resto de la filmografía ...
  Cónclave: Los secretos públicos Orlando Mora He visto tardíamente la película Cónclave , a punto de abandonar la cartelera luego de una exitosa carrera comercial que sorprende e invita a algunas reflexiones. En especial cuando se intenta descifrar el misterio del por qué de la atracción del público por determinadas historias y su desinterés en otras, sin que al final importe el mayor o menor grado de verdad o de revelación que ellas comporten. Pocas veces puede resultar de mayor utilidad el distinguir a propósito de una película entre el de qué trata la historia y la forma como la misma se estructura en el guion, con determinaciones esenciales que tocan con el punto de vista narrativo, su línea de tiempo, y su distinción en transiciones que lleven desde el planteamiento del hecho dramático a su alteración y por último, a su solución. En Cónclave esa separación adquiere un peso evidente, dado que de entrada el tema   actúa como una invitación al   espectador par...
  El segundo acto y Un dolor verdadero: Los encantos del cine pequeño Orlando Mora Empecemos por una constatación: el cine de calidad de estos últimos años ha ido extendiendo progresivamente su metraje y hoy parecen olvidadas las enseñanzas de los maestros clásicos norteamericanos, capaces de construir universos con duraciones de apenas noventa o cien minutos. Miremos ejemplos recientes: 139 minutos Anora , 168 minutos La semilla del fruto sagrado , 215 minutos El brutalista. Esta consideración   viene a la mente en presencia   de dos títulos de   la actual cartelera comercial de la ciudad: El segundo acto , estrenado el pasado jueves, y Un dolor verdadero , con varias semanas de exhibición y seguramente próximo a ser retirado de las salas. Dos obras de muy corta duración y ambas con méritos suficientes para que los buenos cinéfilos se acerquen a ellas sin riesgos de defraudación.   El segundo acto mereció la distinción   de abrir la edición del 2...