Ir al contenido principal




Tres escapularios: La fuerza de la vida
Orlando Mora

Felipe Aljure es un caso extraño en el panorama del cine colombiano. La gente de la universal y El colombian dream, sus dos primeras obras, fueron realizadas con una diferencia de trece años y recibidas con entusiasmo por parte de la crítica nacional e internacional. Ahora, por fin, lanza su tercera película, terminada hace más de tres años y a cuyo estreno se había resistido el director, en espera de condiciones menos gravosas para su exhibición.
Aljure dirige y es el autor de un guion que está escrito desde la conciencia de la Colombia violenta que hemos vivido desde hace mucho tiempo. El reto del autor de Tres escapularios era encontrar un tipo de relato que sirviera a la finalidad creativa buscada, evitando caer en los excesos, los facilismos y  los lugares comunes a que el tema invita.
La trama del filme puede sintetizarse en pocas líneas y así aparece en todas las reseñas promocionales. Lorena y Nico son dos jóvenes que deben trasladarse de Santa Marta a Cartagena a cumplir con el encargo de liquidar a una mujer que delató a un grupo guerrillero y ocasionó la muerte de varios de sus combatientes.
El material narrativo está dispuesto bajo la forma de lo que se llama una road movie, una película de carretera, que cubre el desplazamiento  de los sicarios del sitio inicial  a su destino y cuenta los sucesos y accidentes del viaje. Igualmente un aliento de thriller o suspenso alimenta el recorrido, despertando en el espectador la expectativa por conocer lo que al final acontecerá  con los protagonistas y con el encargo que deben ejecutar.
Lo que importa siempre en una road movie, más que los sucesos visibles, son los cambios interiores que se producen en la conciencia de los personajes. En ese sentido hay que decir que en este caso utilizar ese tipo de organización de la acción es la idea más valiosa del guion, ya que sobre ella descansa la intención discursiva de la película.
Lorena y Nico vienen de dos regiones distintas y no se conocen previamente. En principio solo están unidos por el destino de la acción criminal que deben ejecutar, pero el tener que convivir durante el viaje va creando una intimidad y propiciando el descubrimiento de nuevas percepciones frente a la vida que han llevado y al asesinato que van a cometer. Por eso Tres escapularios se detiene en las referencias al pasado de los dos jóvenes, de modo que el desenlace de la película adquiera el poder de revelación que Felipe Aljure pretende.
La violencia está en el centro, en el corazón de esta obra y, sin embargo, ella no se presenta  bajo el prisma de un juicio social o político, no hay análisis de causalidad ni condenas. Ella viene de muchos lados, los que ordenan los asesinatos no tienen rostro y las cosas se van sucediendo bajo el apremio de las razones terribles de los que matan.
Renunciar al gesto político, esquivar la tentación demagógica tan al día es lo realmente admirable en la obra de Aljure. Tres escapularios es una película sobre la violencia colombiana, pero va más allá y se configura ante todo como una película sobre el milagro de la vida, que se afirma en la sobrevivencia de los dos jóvenes y del recién nacido, amparados los tres por los escapularios a que alude el título de la obra.
Hay directores que confían en el poder y la solidez de sus historias y profesan un cine esencialmente narrativo. Otros, como Felipe Aljure, se juegan sus cartas en la puesta en escena, incluido en el concepto el trabajo de imagen y sonido, dejando que sea ella la que se encargue de entregar el significado de la obra y desentendiéndose un poco de la simple continuidad del relato.
En esa medida habría que decir que Tres escapularios no trae un abandono o una ruptura en el estilo conocido de aljure. Sus películas se nutren de la realidad, es cine realista, pero no se ocupa de su reconstrucción verista y chata. Hay una perspectiva que proporciona la puesta en escena, tal como puede verse a lo largo de Tres escapularios, una película en la que lo simbólico explota en su potente y arriesgado final.
   

Comentarios

Entradas más populares de este blog

  La habitación de al lado: Cuando cierres la puerta por última vez Orlando Mora Ganadora hace escasos dos meses del León de Oro de La Muestra   de   Venecia, uno de los reconocimientos más altos a que pueda aspirar una película de calidad, La habitación de al lado de Pedro Almodóvar acumula tres semanas en cartelera con un lánguido desempeño, como si este tipo de cine que se ocupa de temas trascendentes y con una propuesta estética clásica hoy poco interesara. Mientras La sustancia de la francesa Coralie Fargeat,   con un planteamiento de base a la moda   y una ejecución de filme de serie B, resiste   semanas   en exhibición, el hermosos filme del español poco convoca y solo se mantiene por la tozudez de dos o tres salas especializadas en lo que se denominó en una época   Cine-arte. A pesar de tratarse de una obra en nada ajena a la más   pura   esencia del director manchego, La habitación de al lado es su primer largometraje r...
Cinemas Procinal Las Américas: La casa del Cine Arte Orlando Mora El pasado jueves veintidós de agosto se cumplió en Medellín la reapertura de las salas de cine de Procinal  Las Américas. Los asistentes al acto, a más de las mejoras en las instalaciones físicas y técnicas de los teatros, algunas todavía en proceso, fuimos sorprendidos con la decoración y el ambiente de un hall concebido como una auténtica declaración de amor al cine. Moviéndose en medio de los invitados se encontraba Oscar Mayungo, un auténtico sobreviviente de los tiempos en que el cine era otra cosa y  que él todavía sueña en presente. Con el apoyo solvente y  fidelidad ejemplar de sus hijos Natasha y Juan Carlos, Oscar persiste en los afectos aprendidos a lo largo de toda una vida vivida entre películas y teatros, creyendo con la ingenuidad que a veces dan los años que ese mundo de antes todavía existe o es siquiera posible. El tsunami audiovisual en que hoy nos movemos nada tiene que ver con los días ...
  Mi bestia: De eclipses y adolescencia Orlando Mora El pasado jueves 24 de octubre se estrenó en el país la película colombiana Mi bestia . A pesar de antecedentes relevantes como su participación en la sección Acid del Festival de Cannes y su premio en el de Sitges, su paso por la cartelera comercial está siendo lánguido, perdida como uno más entre los varios títulos nacionales que pasan   fugazmente por la cartelera local, sin que el público tenga tiempo de fijar en ellos su atención. Por fortuna la obra de Camila Beltrán ha entrado en segunda semana y es de esperar que esa oportunidad alcance para que más espectadores la vean y juzguen, seguramente para sorprenderse de su calidad y de los trazos originales que la distinguen. No abundan en el cine colombiano piezas que asuman riesgos creativos como los que toma   con plena consciencia la   directora. Empecemos por mencionar que se trata de un primer largometraje, lo que de entrada orienta la mirada no sol...