Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de noviembre, 2016
Esperando al rey: Los caminos al infierno Orlando Mora Una sensación de frío, casi de pavor se siente en presencia de Esperando al rey , la última película del alemán Tom Tykver. Y no por la   historia del filme, es por la historia del director. Lo que se impone de golpe ante una muestran tan flagrante de mediocridad es la constatación de la manera como la industria norteamericana caza y destruye talentos, en una reiteración de los riesgos que se toman cuando un realizador resuelve escuchar ciertos cantos de sirena. Con algo más de cincuenta años de edad, Tykver fue una de las voces más originales y potentes surgidas en el   cine alemán de la década del noventa. Había misterio y fascinación en los planos de sus primeras obras, con un título emblemático como Corre, Lola, corre (1998) en la cresta de la ola.   Vino a continuación lo que suele venir en esos casos: los contadores que   manejan hoy la producción norteamericana les gusta apostar a triunfadores y saben tent
Jericó: El infinito vuelo de los días Orlando Mora “Un país sin cine documental es como una familia sin álbum fotográfico”, dijo alguna vez el cineasta chileno Patricio Guzmán. La frase vuelve a la memoria a propósito de la opera prima de Catalina Mesa, una pieza con una serie de virtudes dignas de mención, la primera de las cuales tiene que ser la de contribuir a conservar una memoria de cosas que no deben olvidarse. El cine en general posee un valor etnográfico en cuanto su unidad básica, el plano, se construye con elementos tomados de la realidad. Cuando pasan los años y el mundo referencial de esos planos ya no existe, queda el rastro de unas imágenes que nos hablan desde un pasado que siempre será importante, en cuanto huella que recuerde el tránsito fugaz de seres que alguna vez fueron y ahora ya no están. Todo es tiempo, como enseña Borges y poco o nada se puede hacer contra su marcha destructiva, salvo quizás intentar salvar momentos a través del registro veraz
Café Society: andanzas y caprichos del azar Orlando Mora El estreno de una película de Woody Allen siempre será noticia y una buena noticia. Esa es la dimensión del director norteamericano y lo que representa en el paisaje desolado de una industria que naufraga en la producción más infantiloide y descerebrada de toda su historia. Tal vez nunca el cine comercial de ese país había sido más malo y más adversas las circunstancias de quienes se empeñan en sacar adelante obras de autor. Allen debió cambiar de aires en un momento en que su carrera tambaleaba ante la incomprensión de los productores norteamericanos. El apoyo de algunas empresas europeas le permitió proseguir su camino y ahora parece   trabajar sin las restricciones y exigencias que antes lo atormentaban. El ritmo de trabajo del director es regular y frenético. Escribe el guion en una estación del año, en otra prepara el rodaje, en la tercera rueda y en la última adelanta la posproducción. Eso explica esa especi