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Un nuevo camino: tiempos de soledad
Orlando Mora

Se acaba de estrenar en el país Un nuevo camino, una película  recibida con escaso entusiasmo por parte de la crítica, que la ha relegado en el juego de las estrellas, manera en boga de calificar hoy el cine, al rincón de lo meramente aceptable. En mi caso y por razones que intentaré explicar en las líneas siguientes, me parece una obra notable y una de las más conmovedoras que haya visto en  los últimos meses.
En el caso de este filme lo primero es tratar de deshacer ciertos equívocos a los que invita su guion, escrito por Michael Golamco a partir de una pieza teatral que le pertenece. Wendy es una joven que padece un tipo de autismo y que ante la muerte de la madre y la dificultad de permanecer junto a su hermana, ahora esposa y mamá, es internada en una casa para personas especiales.
Obligada a interiorizar y mecanizar una rutina que la salve de los riesgos que el exterior supone para ella, Wendy encuentra en los personajes y aventuras de la serie de Star Trek el único mundo que puede controlar y en el que recupera la libertad que en la realidad no posee. Enterada de que la Paramount Pictures ha lanzado un concurso para recibir y premiar nuevos guiones sobre la serie, la joven se aplica con empeño a escribir a escribir y preparar el suyo.
Lo que sigue es el viaje que emprende Wendy para ir de San Francisco a Los Angeles y  entregar personalmente su trabajo, el cual por razones de tiempo ya no alcanza a colocar al correo. Su fuga del lugar en el que habita desencadena la búsqueda angustiosa de parte de su hermana y  de Scottie, la responsable de su tratamiento.
Relatar en detalle el argumento que trae en su superficie Un nuevo camino parece en esta ocasión necesario, ya que tal vez  pueda explicar las lecturas que algunos han propuesto y que suprimen los aspectos más sugestivos e inteligentes  de la película de Ben Lewin, un director nacido en Polonia, pero de amplio recorrido internacional.
No pensamos que la película sea una más en el grupo de las que se ocupan de personas que padecen ciertas enfermedades mentales. Es poco lo que guionista y director se detienen en este aspecto y casi que ello se toma como un punto de partida para entrar en las búsquedas que la obra persigue.
Tampoco se trata de una road movie o una película viaje,  ya que no existe el sentido de transformación interior propio de este tipo de cine. Wendy es la misma al comienzo y al final de su recorrido y los cambios que se han dado  están más en el lado de las personas que están a su alrededor, conscientes de los riesgos de una pérdida y de la humanidad que atesora la joven.
Por último tampoco puede mirarse la película como una historia de superación personal, la perspectiva más reduccionista y empobrecedora que se puede tomar frente al filme norteamericano, que quedaría en una especie de ilustración audiovisual de las prácticas de autoayuda con que ahora se nos inunda.
Lo que creo que importa en Un nuevo camino no es la historia, son los personajes. Wendy es el ejemplo del espacio cerrado e infantilizado en que se mueven muchos jóvenes, aislados del mundo con sus audífonos y sus ipods, perdidos los contactos con los seres de carne y hueso, más cómodos en sus fabulaciones y en sus diálogos con los personajes de una serie de aventuras, con héroes de los que conocen todo, hasta el idioma Klingon en que la muchacha se comunica con un policía en uno de los momentos más hermosos del filme.
A más de los rasgos de la protagonista, en los que uno quisiera detenerse largo rato, hay otros varios aspectos de los que Ben Lewin se ocupa a través de los personajes secundarios. Dos por lo menos me parecen notables: la brecha generacional que se siente a través de Scottie y su hijo, y la necesidad de los lazos familiares, esa poca tierra firme en que en algún momento todos nos quisiéramos apoyar, y que acá se aprovecha para un cierre lleno de contenida emoción.
Corren tiempos de soledad y creo que de eso trata Un nuevo camino, notable también en la presencia de tres actrices que se reparten méritos a partes iguales, con una Toni Collette a la que siempre será un placer ver trabajar en la pantalla. 



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