Holy spider: Las noches de Mashhad
Orlando Mora
Prosigue por fortuna la serie de
buenos estrenos con que se ha inaugurado el año en la cartelera comercial de la
ciudad. Esta vez el turno es para la película Holy spider, que llega con el antecedente de su participación en la
competencia oficial del festival de Cannes del 2022 y del premio a mejor actriz
de su protagonista Zar Amir Ebrahimi. Si bien quizás algunos tengan
referenciado a su director Ali Abbasi por Border,
su segunda obra exhibida en el año 2019, este tercer título muestra a las
claras que se trata de un realizador a considerar y del que mucho puede
esperarse en el inmediato futuro.
Abbasi nació en Irán y allí vivió
hasta el año 2002, marchándose luego a realizar estudios primero en Suecia y luego en
Dinamarca, país del que es hoy ciudadano. Su filmografía hasta la fecha resulta
envidiable: debut con Shelley en el
2016 acogida en la sección Panorama de la Berlinale, Border en el 2018 con el premio en la sección oficial Un certain
Regard de Cannes y ahora Holy spider que
confirma su indiscutible talento.
Adelantar sobre el recorrido
vital de Abbasi no es algo meramente anecdótico o marginal y, por el contrario,
sirve para entender de mejor manera lo que poco a poco deja ver su cine y lo que se revela en particular con Holy spider. Estamos en presencia de un
director con raíces iraníes, pero cuya
formación no responde a la que ha sido la tradición dominante en el cine de su
país, cuyos mejores exponentes desde finales de los años ochenta se han movido
en la línea de un realismo minimalista liderado por Abbas Kiarostami. Ali Abbasi ha estado
expuesto a influencias más occidentales y esa pudiera ser una perspectiva adecuada
para acercarse a la obra que ahora comentamos.
En los créditos de Holy spider se informa que la historia
se basa en hechos que sucedieron entre los años 2000 y 2001, cuando en la
ciudad de Mashhad se cometieron una serie de asesinatos de mujeres, lo que
despertó temor en las calles y el
interrogante de saber quién las mataba y por qué. Advirtamos que las películas
que se ocupan de asesinos en serie
constituyen casi una especie de subgénero dentro del cine policíaco o de
suspenso, según el punto de vista desde el cual se construya la trama.
Abbasi utiliza en principio recursos propios del cine de
suspenso, aunque manejados de forma absolutamente personal. En efecto, la
organización del argumento se despliega a través de tres interrogantes
sucesivos que mantienen la atención del espectador y que se resuelven uno a uno
de manera pronta, con lo cual la película se enriquece, desplaza su centro de
gravedad y se aleja del simple entretenimiento en que se agotan buena parte
de los filmes de género.
Al inicio de Holy spider y a propósito
del primer asesinato que se muestra en pantalla- ya ha habido otros ocho, según
se dice en diálogos- el asunto a descubrir parece ser el de quién está matando
a las mujeres. A los pocos minutos el director identifica al asesino a través
de detalles como el anillo que usa y sus movimientos en moto, dedicando a continuación buena parte del metraje a mostrar la vida personal y familiar del personaje,
a quien vemos como un buen padre de familia que trabaja, juega con sus dos
hijos y reza.
El siguiente interrogante que
propone la película es sobre las razones
de los asesinatos y esa respuesta también se desvela pronto: las mujeres son prostitutas que en las
noches se atreven a merodear el templo sagrado de la ciudad. La limpieza social
que realiza el protagonista responde a unas ideas y valores personales adivinables
y sobre los que pivota buena parte del
sentido final de la película.
En general los filmes de asesinos
en serie finalizan con el descubrimiento del autor, revelación que suele constituirse
en el punto más alto de su parábola dramática. En Holy spider una vez se conocen
quién es el asesino y sus motivaciones la película se ensancha y durante casi
cuarenta minutos atiende a un tercer
interrogante: la reacción de los habitantes de la ciudad ante el responsable de
los asesinatos y de las razones que esgrime en el juicio para justificar sus
actos.
La importancia otorgada a ese
tercer apartado pone en evidencia que Abbasi se sirve del cine de género, pero
que quiere ir más allá y acá reside el valor de la película. Lo que el director
consigue es una obra que trasciende la historia y trasciende lo local. Es
cierto que se trata de una película de asesinatos en serie, que transcurre en
Irán, que habla de la discriminación de la mujer en esa sociedad y del fanatismo sobre el que se ha construido el
tejido social, pero nada de eso está puesto en términos de denuncia o de
activismo político, la mirada es mucho más profunda y perturbadora.
El inicio de Holy spider es brutal y su final lúcido y desgarrador. Ali Abbasi
ha realizado una película nocturna, con seres humanos complejos que no se
esquematizan y que no se conciben por fuera
del espacio físico en que actúan, resultado que se logra gracias a una planificación que los coloca en la mitad del
cuadro y permite que se perciba el mundo urbano en que se mueven, un mundo hecho
más de sombras que de luces. Los hallazgos de montaje y el trabajo con los actores
son valores que suman a las virtudes de un director que tiene cosas que decir y
sabe cómo decirlas.
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