Ir al contenido principal

 


Luis Alberto Álvarez: El vacío de una larga ausencia

Orlando Mora

El pasado 23 de mayo se cumplieron 26 años de la muerte de Luis Alberto Álvarez, sin dudas el  crítico de cine más lúcido e influyente del país hasta la fecha, cuya temprana desaparición ha dejado un vacío que con el paso del tiempo se incrementa. Si empezara con una declaración  de impudicia personal, diría que cada vez siento más su ausencia y que extraño nuestras largas conversaciones sobre películas y directores, identificados por nuestro amor al cine como base de cualquier actividad crítica, siguiendo la definición que alguna vez dio francés Jean Douchet de la crítica de cine: El arte de amar.

Pero más allá de lo personal, pienso que reina hoy una gran confusión acerca de los valores artísticos del cine y sobre el paradigma de lo que es en estos tiempos una buena película, confundidos a partir de los cambios tecnológicos y de los hábitos de su consumo, los que evolucionan a una velocidad que una crítica cada vez más relegada y arrinconada no alcanza a acompañar. 

Conocí a Luis Alberto tal vez  a comienzos de los años setenta. Aurita López, la diligente administradora de la librería Aguirre, la referencia más pública del cine-club de Medellín, me contó que él había aparecido por allí, que era sacerdote, que venía de Manizales y que estaba interesado en que nos encontráramos. No recuerdo si la primera vez que hablamos estaba también Alberto Aguirre, pero desde ese momento reconocí la pasión que sentía por este arte y su desbordado interés en hacer cosas para la enseñanza y la difusión del buen cine en la ciudad.

Fueron varias las cosas que Luis Alberto a partir de ese momento le aportó a la cultura cinematográfica de Medellín, contando con el enorme bagaje de los conocimientos adquiridos en su permanencia en Italia y Alemania. La primera a destacar fue su idea de dictar cursos de cine, algo que hasta donde me alcanza la memoria no se realizaba en la ciudad y creo que muy poco en el país, salvo los cursos que como auténtico pionero realizaba en Bogotá Hernando Martínez Pardo, otro adelantado en esta materia. Seguramente como parte de su formación sacerdotal, Luis Alberto tenía una predisposición natural a enseñar, a compartir, a transmitir lo que sabía, y así lo hizo en cursos  que dictó en ocasiones e instituciones diversas.

Otro proyecto novedoso que se ingenió Luis Alberto fue el de comenzar a adquirir copias de películas, aprovechando la tecnología inicial de VH y luego de los discos, material que destinaba a sus cursos y a reuniones con el círculo de sus amigos y alumnos. Desde cine clásico hasta obras modernas se tuvieron por vez primera al alcance de la mano, en una iniciativa que contó con el apoyo de Paul Bardwell, director del Centro Colombo Americano, otra figura a la que mucho debe la ciudad como cómplice de Luis Alberto para la consecución de las películas, el aumento de la bibliografía sobre cine en la biblioteca de la institución, la apertura de las salas de cine y  la creación de una revista de cine. En otra oportunidad  habrá que dedicar espacio a lo que la revista Kinetoscopio significó, desde sus inicios como unas cuantas hojas mimeografiadas, hasta llegar a su sitial de publicación que enriqueció la historia de la crítica  en el país.

Luis Alberto pensaba siempre en publicaciones, en escribir notas sobre las obras que se exhibían en los distintos ciclos que fue armando en la sala de la Cámara de Comercio de la calle Maracaibo y en la sede del Instituto Goethe de esta ciudad, en donde dictaba clases de alemán. En algún momento quizás a través de Luis Fernando Calderón se habló en el periódico El Colombiano con Juan José García Posada y Carlos Uribe sobre la posibilidad de crear una página semanal de crítica de cine. La idea era que escribiríamos de manera alternada o conjunta con el propio Calderón, Álvaro Ramírez, y Luis Alberto. Por fortuna él fue el único que respondió a la disciplina de escribir de manera regular, lo que permitió que en poco tiempo la página quedara en manos suyas, en un caso en que la negligencia de varios condujo al mejor resultado imaginable, y de esa columna del periódico surgió buena  parte de la obra escrita de Luis Alberto  Álvarez.

La mayoría de esos textos, junto a otros publicados en medios diferentes, fueron recogidos por iniciativa de Elkin Restrepo en tres tomos publicados por la Universidad de Antioquia en la colección Celeste que dirigía el gran poeta antioqueño. Los dos primeros volúmenes de 1988 y 1996 se publicaron en vida de Álvarez y el tercero con posterioridad a su fallecimiento, ya lógicamente privado de las hermosas dedicatorias que aparecían en los dos primeros volúmenes,

En el mes de julio del año pasado la editorial de la Universidad supo responder a la necesidad sentida por muchos de poder volver a esos textos, ya totalmente agotados en sus ediciones originales. No se trató de una simple reedición, ya que esta vez se cambió el formato y se enriqueció notablemente el material gráfico que lo acompañaba, brindando la oportunidad a la cinefilia del país de regresar a  unos escritos que reflejan la sólida postura estética y ética a partir de la cual ejercía Álvarez su trabajo crítico.

Hablando en alguna oportunidad con uno de los compiladores de esos artículos, no recuerdo si con Andrés Upegui o con Luis Fernando Isaza, le pregunté si en esos tres tomos estaba la totalidad de lo escrito por Luis Alberto o si quedaban cosas por publicar. La respuesta dada sin vacilaciones era que allí estaba completo lo que pensaba que merecía publicarse, dado que lo faltante era marginal y de menor entidad.

No obstante la contundencia esa respuesta, creo que queda un libro por publicar y que el material se encuentra en los mismos tres tomos ya conocidos. En efecto, en todos ellos aparecen artículos sobre uno de los  temas que más le interesó  y que era el estado del cine colombiano. Entresacados de esos tres volúmenes, organizados de manera cronológica y con una adecuada contextualización histórica se encontrará la radiografía más aguda escrita sobre nuestra cinematografía hasta el momento en que la muerte cortó prematuramente su carrera. Ese es y sería un libro imprescindible.  

 

 

 

 

Comentarios

  1. Hola. Gran artículo. Tengo un podcast virtual sobre cine y sería un honor conversar contigo sobre Luis Alberto Álverez, sobre ti y sobre la crítica de cine en Colombia. Si te interesa, puedes escribirme a dacortesp@gmail.com.
    Te dejo un capítulo del podcast para que te antojes
    https://open.spotify.com/episode/10graO0wcGBwCwE85Dpb42

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

  La habitación de al lado: Cuando cierres la puerta por última vez Orlando Mora Ganadora hace escasos dos meses del León de Oro de La Muestra   de   Venecia, uno de los reconocimientos más altos a que pueda aspirar una película de calidad, La habitación de al lado de Pedro Almodóvar acumula tres semanas en cartelera con un lánguido desempeño, como si este tipo de cine que se ocupa de temas trascendentes y con una propuesta estética clásica hoy poco interesara. Mientras La sustancia de la francesa Coralie Fargeat,   con un planteamiento de base a la moda   y una ejecución de filme de serie B, resiste   semanas   en exhibición, el hermosos filme del español poco convoca y solo se mantiene por la tozudez de dos o tres salas especializadas en lo que se denominó en una época   Cine-arte. A pesar de tratarse de una obra en nada ajena a la más   pura   esencia del director manchego, La habitación de al lado es su primer largometraje r...
  Mi bestia: De eclipses y adolescencia Orlando Mora El pasado jueves 24 de octubre se estrenó en el país la película colombiana Mi bestia . A pesar de antecedentes relevantes como su participación en la sección Acid del Festival de Cannes y su premio en el de Sitges, su paso por la cartelera comercial está siendo lánguido, perdida como uno más entre los varios títulos nacionales que pasan   fugazmente por la cartelera local, sin que el público tenga tiempo de fijar en ellos su atención. Por fortuna la obra de Camila Beltrán ha entrado en segunda semana y es de esperar que esa oportunidad alcance para que más espectadores la vean y juzguen, seguramente para sorprenderse de su calidad y de los trazos originales que la distinguen. No abundan en el cine colombiano piezas que asuman riesgos creativos como los que toma   con plena consciencia la   directora. Empecemos por mencionar que se trata de un primer largometraje, lo que de entrada orienta la mirada no sol...
Cinemas Procinal Las Américas: La casa del Cine Arte Orlando Mora El pasado jueves veintidós de agosto se cumplió en Medellín la reapertura de las salas de cine de Procinal  Las Américas. Los asistentes al acto, a más de las mejoras en las instalaciones físicas y técnicas de los teatros, algunas todavía en proceso, fuimos sorprendidos con la decoración y el ambiente de un hall concebido como una auténtica declaración de amor al cine. Moviéndose en medio de los invitados se encontraba Oscar Mayungo, un auténtico sobreviviente de los tiempos en que el cine era otra cosa y  que él todavía sueña en presente. Con el apoyo solvente y  fidelidad ejemplar de sus hijos Natasha y Juan Carlos, Oscar persiste en los afectos aprendidos a lo largo de toda una vida vivida entre películas y teatros, creyendo con la ingenuidad que a veces dan los años que ese mundo de antes todavía existe o es siquiera posible. El tsunami audiovisual en que hoy nos movemos nada tiene que ver con los días ...