Soy tu hombre: El futuro en presente
Orlando Mora
Decir que el cine alemán es un
desconocido entre nosotros es repetir una obviedad. Son raras las ocasiones en
que uno de sus títulos aparece en nuestra cartelera comercial y ese sería el primer valor a
destacar en el caso de Soy tu hombre,
estrenada hace pocos días en el país. Precedida de su estreno mundial en el
Festival de Cine de Berlín en el año 2021, evento en el que su protagonista
Maren Eggert obtuvo el Oso de Plata a mejor actuación, seguramente ese
antecedente y su candidatura como mejor película extranjera en el Oscar de este
año explican el privilegio de que la obra de la directora María Schrader
alcance exhibición en el circuito nacional de salas.
Considero conveniente al
acercarse a un filme disponer de referencias que ayuden a perfilar el contexto
en que se inscribe, herramienta de probada utilidad para una más rica
aproximación interpretativa al texto cinematográfico. En el caso de esta
película lo desconozco todo, dado que no he visto el trabajo anterior de la actriz,
guionista y directora María Schrader, ni
he leído el relato de la escritora Emma Braslavsky en se apoya. Así que toca
hablar con una cierta sensación de provisionalidad, ya que tal vez con otros elementos
de juicio la valoración pudiera resultar más segura.
Por eso lo mejor será empezar por
la inscripción de la obra en una categoría, dada la concurrencia de constantes
genéricas que cruzan la película en varios de sus pasajes, al punto de despertar
en el espectador una sensación de algo ya visto en otras oportunidades. En ese
sentido Soy tu hombre (o El hombre perfecto como se le ha
titulado en algunos países) puede clasificarse como una comedia romántica con
un toque lejano de ciencia ficción, con la particularidad de que la anotación
de futuro se encuentra sólidamente integrada al presente.
Una breve síntesis del núcleo
argumental ayudará a transparentar lo que se quiere decir. Alma Felster, una
arqueóloga que trabaja en un museo de Berlín, es seleccionada para participar
en el experimento de convivir durante tres semanas con un robot humanoide, al
que se le han incorporado los datos personales de ella para tratar de que la
máquina ofrezca las respuestas adecuadas
a su temperamento y a sus necesidades afectivas.
Cuando hablamos de la presencia
de elementos de género en la película, queremos destacar que ante el punto de
partida de una historia como la que acabamos de anticipar, cualquier espectador
mínimamente avezado podrá imaginar lo que va a suceder en esta relación y que
efectivamente sucede. Vista desde esta perspectiva no hay en Soy tu hombre cosa alguna que sorprenda,
dada su evidente linealidad en la evolución de la trama.
Ahora bien, si esas limitaciones
y el cierto gusto a lugar común que
campea en buena parte de la película no alcanzan a anular el
interés de la obra de María Schrader, ello obedece a que en el guion se agregan
hechos que lo enriquecen y empujan al espectador a detenerse con atención en
ella. En primer lugar la situación particular de Alma, que viene del fracaso de
una relación sentimental con un compañero de trabajo, de la cual quedó además
el dolor de la maternidad frustrada tras un embarazo de once semanas.
Esa soledad de la mujer aparece
de una actualidad que perturba, en un momento en que cada vez se torna más
complejo el establecimiento de uniones amorosas, lo que explica que muchas mujeres
opten por desistir de ellas y colocar sus sentimientos al abrigo de compañías
más fieles como las máquinas y las mascotas. Justamente a Alma la proponen para
participar en el experimento por la condición de disponibilidad sentimental en
que se encuentra.
El segundo dato que atrae en la
caracterización de la protagonista es el trabajo que realiza como arqueóloga,
centrada en una investigación sobre la escritura cuneiforme en culturas
antiguas, lo que veladamente propone la paradoja de un ser dedicado a tratar de
descubrir secretos de siglos y siglos atrás, sin a la vez poder lidiar con los
retos de un presente personal frente al que luce por entero desarmada.
La evolución de la relación de
Alma y el robot será la previsible. Al final ambos terminarán lastimados, tal
como acontece con cualquier relación amorosa, con un desenlace que como
espectador se agradece, al dejar sin solución la suerte de los dos personajes,
en una escena de excelente factura y sin duda uno de los mejores momentos de la
película. En la antesala conocemos en el informe de Alma a sus jefes las ideas
que quiere privilegiar la película y que
mejor la defienden, con la conclusión de que el presunto adelanto de robots
como compañía no es aconsejable, ya que frustra auténticas fuentes de lo humano
y desconoce que la vida por definición es imperfecta.
En los tiempos de sequía por los
que atraviesa el cine de calidad, Soy tu
hombre merece ser vista con la certeza de que se encontrarán cosas que nos
tocan y que merecen ser reflexionadas, si bien la cierta elementalidad de la
puesta en escena y de su narrativa impiden
que el trabajo de la directora vuele a mayor altura.
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