Ir al contenido principal












Hambre de poder: Un héroe americano


Orlando Mora


Nunca se insistirá bastante en el carácter socialmente realista del cine norteamericano. El público de ese país quiere ver en la pantalla y ya vueltos ficción hechos y acontecimientos de fuerte impacto general. Asesinatos colectivos, bombas terroristas, caídas de aviones, nuevas guerras, libros populares, actos de corrupción política, todos parecen  destinados a convertirse en películas de futura  y casi fatal realización.


Esa tendencia a hurgar en la realidad y construir los guiones a partir de ella se extiende también al pasado, con lo cual el aviso al comienzo de los filmes de estar inspirados en la realidad tiene el alcance de una especie de sello nacional  de garantía  y despierta expectativas en cabal consonancia con el gusto de los espectadores.  


Esa afición por el realismo ha  nutrido de siempre el cine norteamericano y alimenta el exitoso presente de las series de televisión, convirtiendo en cada vez más porosas e indefinibles las fronteras entre los productos que se hacen con destino a las salas de cine y los que se conciben para las pantallas pequeñas en sus distintas ventanas.


Realismo puro y duro, pero con una dramaturgia que no complique al espectador ni siembre de dudas la comprensión de los relatos. En esta premisa simple se encuentra la clave de toda la producción audiovisual comercial norteamericana y cada vez se siente con mayor peso en los creadores la necesidad  de acomodarse a ella.


En esa línea se mueve Hambre de poder ( The founder en inglés), una película de una irregularidad notoria, con algunos momentos de buen cine y otros casi insoportable  por su obviedad ( parece un rasgo propio en la filmografía del autor), plagada de explicaciones absolutamente  infantiles, como si se pensara en un público al que no se le puede omitir detalle alguno que lo perturbe.


El filme de John Lee Hancok se inspira en las memorias de Ray Kroc, un mediocre vendedor que en los años cincuenta se encontró con el negocio de comida rápida montado por los hermanos  Rick y Maurice McDonald y supo ver en él un potencial que sus inventores, unos sencillos y amistosos hombres venidos de New Hampshire a California, no habían descubierto.


El relato se construye a partir del personaje de  Ray y del discurso que lo anima en el  aprendizaje y ejercicio del oficio de ventas. No se trata de tener talento o inteligencia, se requiere persistencia y entender que los negocios son una guerra y en ellos hay que entrar sin consideraciones ni miramientos de ningún tipo.


En ese sentido Ray Kroc encarna el triunfo del sueño americano y las reservas morales que el filme despierta en muchos tienen que ver con la presentación del protagonista desde un punto de vista totalmente positivo. A lo mejor en esa ambigüedad descansa buena parte del interés de la obra, al revelar que no es Ray el que no tiene moral, es el sistema.  


Michael keaton está espléndido y se roba literalmente la película, en una actuación simplemente memorable.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

  La habitación de al lado: Cuando cierres la puerta por última vez Orlando Mora Ganadora hace escasos dos meses del León de Oro de La Muestra   de   Venecia, uno de los reconocimientos más altos a que pueda aspirar una película de calidad, La habitación de al lado de Pedro Almodóvar acumula tres semanas en cartelera con un lánguido desempeño, como si este tipo de cine que se ocupa de temas trascendentes y con una propuesta estética clásica hoy poco interesara. Mientras La sustancia de la francesa Coralie Fargeat,   con un planteamiento de base a la moda   y una ejecución de filme de serie B, resiste   semanas   en exhibición, el hermosos filme del español poco convoca y solo se mantiene por la tozudez de dos o tres salas especializadas en lo que se denominó en una época   Cine-arte. A pesar de tratarse de una obra en nada ajena a la más   pura   esencia del director manchego, La habitación de al lado es su primer largometraje r...
  Mi bestia: De eclipses y adolescencia Orlando Mora El pasado jueves 24 de octubre se estrenó en el país la película colombiana Mi bestia . A pesar de antecedentes relevantes como su participación en la sección Acid del Festival de Cannes y su premio en el de Sitges, su paso por la cartelera comercial está siendo lánguido, perdida como uno más entre los varios títulos nacionales que pasan   fugazmente por la cartelera local, sin que el público tenga tiempo de fijar en ellos su atención. Por fortuna la obra de Camila Beltrán ha entrado en segunda semana y es de esperar que esa oportunidad alcance para que más espectadores la vean y juzguen, seguramente para sorprenderse de su calidad y de los trazos originales que la distinguen. No abundan en el cine colombiano piezas que asuman riesgos creativos como los que toma   con plena consciencia la   directora. Empecemos por mencionar que se trata de un primer largometraje, lo que de entrada orienta la mirada no sol...
Cinemas Procinal Las Américas: La casa del Cine Arte Orlando Mora El pasado jueves veintidós de agosto se cumplió en Medellín la reapertura de las salas de cine de Procinal  Las Américas. Los asistentes al acto, a más de las mejoras en las instalaciones físicas y técnicas de los teatros, algunas todavía en proceso, fuimos sorprendidos con la decoración y el ambiente de un hall concebido como una auténtica declaración de amor al cine. Moviéndose en medio de los invitados se encontraba Oscar Mayungo, un auténtico sobreviviente de los tiempos en que el cine era otra cosa y  que él todavía sueña en presente. Con el apoyo solvente y  fidelidad ejemplar de sus hijos Natasha y Juan Carlos, Oscar persiste en los afectos aprendidos a lo largo de toda una vida vivida entre películas y teatros, creyendo con la ingenuidad que a veces dan los años que ese mundo de antes todavía existe o es siquiera posible. El tsunami audiovisual en que hoy nos movemos nada tiene que ver con los días ...